Ya no quedaba nada de él. Todo se fue detrás, en ese último beso que nos dimos antes de que lo dejase, con la esperanza de que los pasos nos volviesen a llevar nuevamente hacia los mismos caminos.
Tantas lágrimas derramé, después de esa despedida, que pensé en no poder volver a llorar por un otro en la vida. Pero no, aún me quedaban, y llorarlas para el mismo.
Mas hoy, luego de no volver a recibir más nunca una respuesta a mis poemas, que fueron un lamento final de su amor, no caerá una lágrima más. Sólo cerraré su recuerdo, junto al de tantos otros que han dejado a un lado, su interés en mi.
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